En el corazón palpitante de La Promesa, una figura se alza con la fuerza de los secretos y la astucia del poder: Leocadia, un personaje cuya historia no solo huele a traición, sino también a venganza largamente cocida a fuego lento. Tras años de ausencia y silencios, vuelve más fuerte, más peligrosa y más enigmática que nunca. Su pasado, plagado de alianzas prohibidas, crímenes ocultos y amistades truncadas, está comenzando a salir a la luz, y con ello, las tensiones en el Palacio de Luján se disparan.
Leocadia no siempre fue la mujer influyente que hoy vemos. En su juventud, fue amiga inseparable de Cruz y Eugenia, adorándolas como si fuesen diosas de un altar social al que aspiraba llegar. Hija de un indiano amigo del entonces futuro varón de Linaja, Leocadia siempre orbitó alrededor del poder, pero sin llegar a tocarlo realmente. Su entrada al juego fue lenta, pero certera. De amiga fiel pasó a convertirse en la amante tanto del varón como de Lorenzo, el esposo de Eugenia, lo que la posicionó en un lugar tan comprometido como privilegiado.
Pero Leocadia no solo seducía corazones. También participó activamente en la banda criminal del varón, aquella siniestra organización de encapuchados que vimos desde el primer capítulo, cometiendo crímenes impensables. Fue ella quien, en las sombras, planeó el asesinato de Dolores y el robo del pequeño Curro, todo por mantener felices a sus aliados y satisfacer sus propias ambiciones. Ese niño que “no debía tener nada que ver con Alonso”, resultó ser precisamente el hijo del marqués. Ironías del destino.
Un año después de estos oscuros sucesos, Cruz decide que Leocadia debe desaparecer. La envía a matar. Pero Rómulo, el mayordomo ejecutor, le perdona la vida cuando ella, embarazada, suplica por su hijo no nacido. Aquí se entrelazan nuevas capas del misterio: Rómulo y Leocadia se conocían desde hace años, él también fue parte de la banda criminal del varón. ¿Por qué no reaccionó ante la muerte de Hanne o los recientes descubrimientos? ¿Está ocultando algo aún más turbio? Su silencio es tan ruidoso como revelador.
Leocadia, con lo puesto, huye a Cuba. Allí da a luz a Ángela, cuya paternidad aún se mantiene como uno de los grandes enigmas de la serie. Se casa con un misterioso hombre —del que no sabemos casi nada salvo que ya está muerto— y con ese nuevo apellido construye un nuevo imperio social. Renacida de sus cenizas, como un ave fénix, regresa a España con una nueva identidad, tres hijos más, y una red de influencias que ni la mismísima Cruz habría imaginado. Con el respaldo de su esposo fallecido y una reputación pulida lejos de los escándalos de Luján, Leocadia se reintroduce en la alta sociedad como si nunca hubiese huido como una criminal.
Este regreso la coloca en el centro de todo. Su influencia crece, su poder se expande, y solo una persona parece no dejarse engatusar por sus encantos: Lorenzo de la Mata. El Capitán la conoce demasiado bien. Fue su amante, la vio jugar con fuego y quemarse, y ahora observa con desconfianza su ascenso. No cae en sus tretas ni en sus caricias disfrazadas de buenas intenciones. Leocadia intenta manipularlo, pero él se anticipa a sus movimientos. Aquí nace lo que promete ser una guerra a muerte entre dos serpientes disfrazadas de nobles: una con uniforme y la otra con túnicas orientales.
¿Quién es el verdadero enemigo de Leocadia? Muchos piensan que fue Cruz, que su odio fue suficiente para intentar asesinarla. Pero ahora, con Cruz fuera del tablero, el verdadero contrincante se dibuja con claridad: Lorenzo, quien no solo sabe lo que es capaz de hacer Leocadia, sino que posee información que puede destruirla. Sin embargo, ella también tiene armas letales a su disposición.
Leocadia conoce los pecados financieros de Lorenzo. Él, encargado de gestionar compras para el ejército, lleva años cometiendo un desfalco monumental. El varón lo descubrió antes de morir y se lo reveló al conde de Ayala. Leocadia podría utilizar esta información para hundir a Lorenzo, obligarlo a enfrentarse a un juicio militar e incluso empujarlo a la horca. Perder su rango, su honor, su poder… sería el fin del capitán. Pero también está el juego emocional: Leocadia no olvida que fue traicionada, abandonada y utilizada por este hombre.
Y en este fuego cruzado, aún arde una llama que muchos esperan ver avivada: el pasado romántico de Lorenzo y Leocadia, ese hilo invisible que podría tanto desatar una tragedia como prender una pasión peligrosa. Sin embargo, las cartas están sobre la mesa y ya no hay vuelta atrás. La contienda entre estos dos promete ser épica, cargada de reproches, chantajes y alianzas que cambiarán para siempre el equilibrio del poder en La Promesa.
Pero, más allá de esta guerra, siguen pendientes dos preguntas que mantienen al público en vilo:
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¿Quién es el verdadero padre de Ángela? Muchos sospechan del varón o de Lorenzo, pero la teoría más sólida es que aún no lo hemos conocido. Será alguien nuevo, alguien que llegará con su propia historia y con un lazo inesperado que lo unirá a Leocadia y al resto del palacio.
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¿Por qué Cruz quiso matar a Leocadia realmente? Las teorías son múltiples: que Leocadia planeaba usar el secreto del robo de Curro en su contra, que Cruz temía su ambición desmedida, o incluso que Leocadia mató a doña Carmen para allanar el camino a Cruz y luego se lo confesó como “un favor”. Sea como sea, si la serie guarda esta revelación para el final, es porque cambiará todo lo que creemos saber.
Así avanza La Promesa, con Leocadia convertida en una reina sin corona, moviendo los hilos con una inteligencia helada y una ambición sin límites. Si su rival es Lorenzo, estamos ante una batalla legendaria. Si su pasado vuelve con más fuerza de la esperada, el palacio podría arder. Porque en este juego de poder, nadie es inocente y todos tienen algo que perder.
